Comentario
Los datos históricos que poseemos, aun siendo muy parcos, permiten adivinar que desde el reinado de Keops se produjeron graves disensiones en el seno de la familia real. Kefrén logró deshacerse, no sin ciertas dificultades, de sus rivales de la familia de Radiedef; pero Mykerinos hubo de esperar ocho años para suceder a los dos hermanos de su padre, que ocuparon el trono antes que él y fueron luego execrados como impíos usurpadores. La erección de la pirámide de Mykerinos en Giza obedece al propósito de mostrar los vínculos que lo unían a Keops. Sin embargo, la relativa pequeñez de la pirámide, de sólo 66,50 metros de altura, constituye un claro exponente de la crisis por la que atravesaba la doctrina de la realeza divina.
La pirámide de Mykerinos fue acabada por su hijo Shepseskaf (2470-2465 a. C.). Este ni siquiera se preocupó de mantener la tradición familiar en Giza y prefirió hacerse una tumba de tipo distinto y en terreno aún virgen, entre Dahsur y Sakkara. Su mausoleo tiene la forma de un gigantesco sarcófago, de 100 metros de longitud y 18 de altura, sobre una plataforma no muy elevada. Es la llamada por los árabes Mastabat Fara'un, con flancos en talud, dos de ellos ligeramente realzados sobre la línea del techo convexo. Al este del edificio, despojado hoy de su revestimiento de piedra, se levantaba un templo funerario pequeño, como el de Mykerinos, enlazado con el del valle por una calzada cubierta. El cambio, brusco y sin duda deliberado, responde a novedades en el concepto del rey, en el culto funerario y en las ideas de ultratumba, cambios que habían de prevalecer en la siguiente dinastía. El faraón-dios, ya vencido, cedía su puesto al dios Re.